Está contemplando el primer SUV cupé de Audi: el Q8. Elegante, robusto, distinguido y con un claro carácter deportivo, nosotros ya lo hemos conducido.
Hablar de la historia de los SUV de Audi es hacerlo de modelos aún recientes (el más longevo tiene menos de 20 años) pero ya emblemáticos, tales como el Q7, el Q5 o el Q3 que, hoy en día, siguen vigentes y con poderío de sobra para seguir liderando sus respectivos segmentos. Gama que se amplió hace recientemente poco con la llegada del Q2, un SUV de corte urbano que rompió los patrones estéticos de la firma, ofertando un producto distinguido, atrevido y fuera de lo común.
Sin embargo, en una familia Q tan dilatada como la de los SUV de Audi, faltaba un segmento por cubrir: el de los todocamino cupé. Una categoría creada por BMW con el X6 y secundada por Mercedes-Benz con el GLE Coupé, mientras que la firma de Ingolstadt parecía centrarse en otros menesteres… hasta ahora. Porque desde ya, Audi tiene a disposición de sus clientes más enfervorecidos el que es su primer SUV Coupé: el Q8.
Fuera de lo normal
Un vehículo que impone nada más verlo y que, de inicio, se coloca como el buque insignia de la familia Q. Si el Q2 sorprendió por lo novedoso, el Q8 lo hace por su presencia. Con él, los diseñadores de Audi han estrenado el nuevo lenguaje estético de la marca en este segmento, proponiéndonos nuevos trazos que no dejarán indiferente a nadie.
Porque como decimos, el nuevo Q8 impone. Desde un frontal musculoso en el que salta a la vista la características, pero ahora inédita, parrilla Singleframe octogonal con lamas verticales y horizontales, la luz diurna segmentada o un paragolpes anguloso; hasta una zaga no menos robusta en la que destaca la tira OLED que conecta ambos faros (y que puede incorporar una función de animación).
Ahora bien, el rasgo distintivo de este nuevo Q8 se percibe en su lateral. Y no nos referimos a las descomunales llantas de 22 pulgadas que puede montar, ni a la línea de cintura elevada, sino a la caída del techo que aparece al llegar al pilar C. Una caída que nos traslada al pasado, a aquel mítico Audi Sports Quattro de 1984, pero que no resulta tan brusca como la de sus dos compatriotas y principales rivales.
Porque los dibujantes de Audi han sabido integrarla a la perfección, otorgándonos un conjunto fluido y elegante sin perder un ápice de deportividad. De hecho, al compararlo con un Q7 en vivo, percibimos que lo que antes nos parecía deportivo en este, ahora se ha transformado en un trazo más Avant, es decir, más al estilo familiar. Por tanto, sin ser radical, el Q8 consigue generar esa sensación de deportividad.
Todo ello sumando el detalle cautivador de eliminar los marcos de la ventanillas (propio de los cupés) y acompañándolo de unas dimensiones que no dejan indiferente a nadie. Bien es cierto que resulta más corto que el Q7, 7 cm para ser más exactos llegando a los 4,98 metros. En cambio, es sustancialmente más ancho, roza los 2 metros, y más bajo, al dejar su cota en 1,70 metros.
En definitiva, el nuevo Q8 será todo un acaparador de miradas, más aún si sumamos las múltiples opciones de personalización, protagonizadas no solo por los juegos de llantas de aleación, van de las 19 a las 22 pulgadas, sino también por los 12 colores de carrocería y los dos paquetes disponibles para la carrocería: el S Line y el Black Edition (que tinta todos los detalles cromados en un elegante negro piano).
Línea continuista
Si el exterior sorprende, el habitáculo nos traslada a un ambiente conocido… siempre y cuando esté familiarizado, como nosotros, con los últimos productos de Audi. Porque el Q8 toma prestado el nuevo diseño estrenado en las últimas berlinas (A8, A7 Sportback, A6…), eliminando casi por completo los botones físicos y sustituyéndolos por dos pantallas táctiles con función capacitiva.
Sin entrar demasiado en profundidad dado que ya los hemos explicado en el A8 y A7 Sportback, sí queremos detenernos en lo que es una máxima para Audi: la calidad. Porque el habitáculo del Q8 está realizado siguiendo los máximos estándares de la misma. Es verdaderamente difícil encontrar fisuras y malos ajustes. Cierto es que un producto de su valía (la tarifa arranca en 84.840 €) debería ofrecer este nivel de cuidado, pero el Q8 va un poco más allá.
Pero no todo iban a ser alabanzas ya que sigue habiendo un detalle que no nos acaba de convencer como es el negro piano. Esta moldura no es un mal exclusivo de Audi sino de todo el sector y aunque consigue ofrecer un panel perfectamente integrado cuando la pantalla central está apagada, resta vistosidad al ver las huellas dactilares impregnadas por toda la superficie.
En lo referente al equipamiento, simplemente comentar algunos detalles, pues el listado de opcionales es tan extenso, que nos pasaríamos pasar horas nombrándolos. Pero sí cabe destacar los asientos deportivos S con reposacabezas integrados, la tapicería en cuero Valcona, las diferentes molduras en madera de eucalipto, fresno o roble, el sistema de sonido Bang&Olufsen Advanced 3D o receptor de televisión.
Espacio para todo
Si nos centramos en la habitabilidad, no es descabellado pensar que una mole de esta magnitud ofrezca espacio más que de sobra para sus ocupantes. Dicho y hecho. Con una distancia entre ejes de 3 metros (la misma que el Q7) la zona trasera del Q8 es perfectamente apta para adultos de estatura media.
Por espacio para las piernas, los problemas desaparecen, mientras que en lo relativo al hueco para la cabeza solo en caso de sobrepasar los 1,90 metros notaremos incomodidad. Esa es otra de las ventajas de haber trazado tan perfectamente la línea del techo. Por último, en cuanto a anchura, aunque tres pasajeros viajarán cómodos, más beneficioso será que lo hagan dos.
Dado que Audi no contempla una versión de siete plazas (para eso ya está el Q7), este Q8 nos brinda un maletero particularmente grande. Con 605 litros destaca principalmente por lo regular de sus formas. Además, dado que la segunda fila cuenta con desplazamiento longitudinal (10 cm), éste aumentará ligeramente, pero sí queremos gozar del máximo espacio, solo habrá que abatir la segunda fila y gozar de los 1.755 litros disponibles.
Para facilitar el almacenaje de objetos, aparecen tanto un portón trasero eléctrico con función manos libres o la posibilidad de rebajar el umbral de carga gracias a la suspensión neumática.
Ágil en cualquier terreno
Elemento este último que nos mete de lleno en su dinámica de conducción. Durante la toma de contacto realizada por la provincia de Alicante, los responsables de Audi nos prepararon una ruta que mezclaba vía rápida, carreteras reviradas (muy reviradas) y tramos off road. En todos ellos, el Q8 ofreció un comportamiento intachable.
No obstante, si nos tenemos que quedar con uno, ese es sin duda el tramo sinuoso. Sin llegar a ser un deportivo de pura cepa, sí llama la atención que pese a su tamaño y, sobre todo, pese a su peso (hablamos de 2.200 kilos), el Q8 ofrece un comportamiento extremadamente ágil. Cierto es que para lograrlo se apoya en soluciones técnicas infalibles, como una dirección progresiva electromecánica, la comentada suspensión neumática adaptativa, la tracción total quattro con diferencial central autoblocante o un eje trasero direccional. Un conglomerado de elementos que da como resultado un auténtico traza curvas, capaz de redondear una ‘paella’ con una facilidad pasmosa y de permitirnos aumentar el ritmo en cada vértice.
Para pulir su dinamismo, el Q8 se desenvuelve a las mil maravillas por zonas no asfaltadas. No hay que volverse loco ya que no está pensado para cruzar puentes o demás, pero siempre que hablemos de una pista rápida, el SUV cupé de Audi se manejará con gran solvencia. Además, en caso de que la ruta se complique un poco y tengamos a nuestra disposición la suspensión neumática, podremos activar el programa off road que eleva la carrocería hasta en 50 mm.
Empuje máximo
Ahora bien, donde más cómodo se siente es, sin lugar a dudas, en vía rápida. El confort es una de sus máximas, el cual acompaña de un aislamiento acústico a la última. Tal es así, que el motor diésel es imperceptible incluso rodando a velocidades altas.
Propulsor que, por cierto, es el único disponible actualmente en la gama. Se trata del conocido bloque V6 de 3.0 litros que desarrolla 286 CV y 600 Nm de par que se une, por un lado, a la caja de cambios automática Tiptronic de ocho relaciones y, por otro, al sistema micro-híbrido compuesto por una batería adicional de 48 V. Gracias a él no solo obtendrá la etiqueta ECO, sino que el Q8 será un SUV ultra eficiente. Y es que este sistema adicional, además de otorgar cierto empuje en determinados momentos, consigue que el vehículo circule a vela a altas velocidades, active el Start&Stop cuando bajamos de 22 km/h. Con todo, Audi cifra el ahorro en unos 0,7 l/100 km.
En cuanto al funcionamiento de este bloque, pocos peros. Empuja con suavidad y progresividad al Q8 notándole únicamente perezoso en zonas con curvas, donde aparece cierto retardo entre que aceleramos fuerte y la ‘orden’ le llega a la caja de cambios para bajar relaciones y catapultarnos hacia delante. Con todo, sus prestaciones son muy correctas, necesitando 6,3 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y alcanzando una punta de 245 km/h. El consumo homologado se queda en 6,6 l/100 km en ciclo combinado, cifra que es bastante fácil de conseguir… rodando tranquilamente por autopista. En otros escenarios, lo normal será tener un mixto cercano a los 8,5 litros.
En definitiva
Al igual que ha sucedido con el e-tron, Audi no ha llegado la primera al segmento, pero una vez lo ha hecho sí ha conseguido ponerlo patas arriba. El Q8 no solo es el Q más imponente que ofrece actualmente, sino que tiene todos los argumentos a su favor para situarse en lo más alto de un segmento que demanda innovación y clase. Además, los 84.840 € de los que parte (12.060 € más que un Q7 con el mismo motor y cinco plazas) dan buena cuenta de que este Q8 es más que un SUV, es un todocamino jamás visto.