El DS7 Crossback no solo se convierte en el primer modelo de desarrollo propio de DS, sino que permite que la francesa mire por fin de tú a tú a los fabricantes de corte Premium.
Al igual que la revuelta de 1789 marcó el inicio de la Edad Contemporánea, el DS7 Crossback se ha convertido en el Napoléon de DS al convertirse en el primer modelo 100% DS tras su definitiva separación de Citroën. Hasta entonces, los actuales DS3, DS4 y DS5 compartían innumerables (quizá demasiados) componentes con los Citroën de los que derivaban. Circunstancia que sin llegar a ser negativa del todo, sí que le impedía competir de manera más directa contra los fabricantes Premium a quienes pretende arrebatar clientes.
Pero con el DS7 Crossback esta tendencia ha cambiado. Porque el SUV compacto ha sido trazado a partir de una hoja en blanco. Si bien las sinergias siguen presentes en forma de comandos, sistema multimedia o plataforma (se sostiene sobre la EMP2 del grupo PSA, la misma que da vida a los Peugeot 3008 y 5008), lo que realmente llama la atención de este DS7 Crossback es, sin lugar a dudas, el diseño.
Exquisito
Porque los dibujantes galos no han dejado nada al azar a la hora de trazar sus líneas. Enmarcadas bajo un envoltorio de 4,57 metros de largo, 1,89 de ancho y 1,62 de alto (que le hacen ser 12 cm más grande que el 3008, por ejemplo), destacaríamos un frontal bien definido, marcado por una evolucionada parrilla hexagonal revestida por un marco cromado o negro en función del acabado, el cual se integra directamente en los faros principales.
Grupos ópticos que casi merecen un capítulo aparte ya que han sido elaborados no solo para ofrecer la máxima visión posible, sino también para elevar el concepto de distinción hasta las cotas más altas. Por un lado llama la atención su aspecto, como si de una joya se tratase, mientras que el toque personal se lo otorga la función giratoria que se activa al encender el coche. Como es de esperar, hablamos de ópticas Full LED con función matricial.
La zaga, por su parte, no se queda atrás siendo de nuevo los grupos ópticos los que centran todas las miradas. Aquí, los diseñadores han vuelto a asumir ciertos riesgos a la hora de plasmar sus ideas, proponiendo una firma visual tridimensional que vuelve a trasladarnos al mundo de las joyas. Para acrecentar ese contraste, se rodean de un marco y una tira cromada (negro en nuestro caso) que las une, integrándose además en el amplio portón trasero. De esta zona también destaca el deportivo paragolpes con dos salidas de escape verticales en cada lado.
Por último, aunque la línea lateral sea quizá la más sobria de todo el conjunto, lo cierto es que gana enteros gracias al acabado Performance Line que suma nuestra unidad de pruebas y que se encarga de incrementar el toque deportivo. En este sentido, la primera medida es sustituir todo rastro de elemento cromado del exterior (salvo las barras del techo y los marcos de las ventanillas) por el negro satinado. A ello se suman unas llantas de aleación específicas de 19”, también en negro, y los logotipos con el nombre del acabado situados en los laterales, en el capó y portón.
Alta costura
Si el exterior consigue su cometido de ‘gira cuellos’, el habitáculo realmente consigue elevarle a la categoría de vehículo Premium. Aquí, los desarrolladores galos han vuelto a arriesgar proponiendo un entorno cuidado a la par que vistoso. Llevados de nuevo por el acabado Performance Line, los materiales que recubren la parte media del salpicadero son excelentes, con un suave tacto aterciopelado del Alcántara que marida a la perfección con el cuero mullido de la zona superior.
Los asientos, deportivos, consiguen que nuestro cuerpo se ajuste sin problema alguno ofreciendo además un nivel de confort excelente. Pero lo que realmente capta nuestra atención es lo que DS ha colocado frente a nuestros ojos. Nos referimos a las dos enormes pantallas digitales de 12” situadas una tras el volante, haciendo las veces de cuadro de instrumentos, y otra en la consola central, desde la que manejamos todas las funciones del vehículo. Ambas destacan por su brillo y manejo (sobre todo la central), pero no tanto por su facilidad de uso ya que la primera no ofrece la posibilidad de visualizar unos relojes tradicionales y la segunda provoca que desaparezca todo mando analógico, incluyendo los relacionados con la climatización.
Tampoco resulta confortable la posición de los elevalunas (rodeando la palanca) o del botón de arranque, en el centro del salpicadero sobre la pantalla. No obstante, los diseñadores de este DS7 Crossback sí han añadido toques distintivos como los aireadores o el reloj situado en la parte central firmado por B.R.M Chronographes que aparece y desaparece al dar el contacto. Pequeñas pinceladas que consiguen trasladarnos a un ambiente de auténtico lujo el cual, en nuestra unidad se entrelaza con esos toques deportivos pertenecientes al acabado Performance Line.
Carácter tranquilo
Pese a su apariencia picantona, lo cierto es que el DS7 Crossback se muestra como un vehículo dócil de llevar. Parte de culpa la tiene el equilibrado motor que impulsa nuestra unidad y que no es otro que el diésel BlueHDi de 130 CV. Un bloque de cuatro cilindros y 1.5 litros que se convierte en un auténtico devorakilómetros, pero que resulta insuficiente para conseguir emocionarnos por un tramo virado.
Calmado y progresivo, encontrará en las vías rápidas su perfecto aliado y aunque le cuesta adquirir velocidad, una vez llegue a la zona de crucero, usted solo tendrá que preocuparse de la trayectoria a seguir, más aún si equipa el control de velocidad de crucero adaptativo, que se ajusta al ritmo del vehículo precedente guardando siempre la distancia de seguridad. Todo ello, logrando un gasto de consumo más que razonable, de 5,8 l/100, lejos de los 4,1 que homologa la marca.
Se combina en exclusiva con la caja de cambios manual de seis relaciones, de buen tacto pero con unos desarrollos algo largos que nos obligan a echar mano de ella en las situaciones en las que queremos algo más de reprís. Porque como decíamos, el motor de este DS7 Crossback le convierte en un vehículo apacible, sin demasiadas dotes deportivas, pese a que ofrece pequeños destellos dinámicos como una dirección directa y precisa. La suspensión, por su parte, nos permite inclinar lo justo la carrocería… siempre y cuando llevemos activado el modo Sport (mediante un comando colocado más para el copiloto que para el piloto).
Por desgracia, no hay rastro alguno de la afamada suspensión hidroneumática que sí montan algunos Citroën (como el C4 Cactus o el próximo C5 Aircross), aunque sí propone la denominada Active Scan Suspensión, con la que el DS7 Crossback es capaz de leer el terreno y ajustar los amortiguadores a las irregularidades del asfalto. Sí echamos en falta un sistema de tracción puro y duro, aunque sí ofrece como extra un avanzado sistema de motricidad que permite elegir entre diferentes programas.
Premium en precio
El DS7 Crossback que protagoniza esta hedoprueba parte de un precio de 35.650 €. Tarifa que si bien es inferior al del resto de competidores frente a los que quiere luchar (muchos ni siquiera ofrecen un motor tan ‘bajo’), se incrementará a poco que añadamos los opcionales de los que hace gala este SUV Premium galo.
De hecho, el modelo que suscribe estas líneas añade cerca de 8.700 € a la cuantía final repartidos entre elementos como el techo solar, el sistema de alta fidelidad firmado por Focal Electra, los asientos eléctricos y calefactables, el pack de seguridad que incluye numerosos asistentes o el inédito DS Night Vision cuya cámara infrarroja es capaz de detectar peatones o animales cuando rodamos de noche, proyectando las imágenes en el cuadro de instrumentos digital.
En definitiva, puede que muchos sigan prefiriendo los sobrios modelos alemanes, pero para quien entre de nuevas en la categoría Premium de los todocaminos, ha de saber que este DS7 Crossback se postula como una alternativa más real que, por fin, eleva a su marca al status que se le presuponía.