Con un segmento B-SUV centrado en la electrificación, va Ford y nos propone una apuesta tan pasional como rara. El Ford Puma ST que hemos hedoprobado confirma que los todocaminos pueden ser tan pasionales como divertidos.
Los SUV no solo son los modelos más demandados del momento sino que sus tentáculos son tan amplios que no quieren dejar ni una categoría sin ‘tocar’. He aquí la contradicción. Porque si bien nacieron como vehículos polivalentes, con una postura de conducción elevada y un enfoque más práctico, el paso de los años ha conseguido convertirlos en coches prestacionales, más preocupados del rendimiento y las sensaciones que de la propia polivalencia. Atención, no vamos a ser nosotros los que lo critiquemos, más con modelos como el que protagoniza esta hedoprueba: el Puma ST.
Un modelo que hace años se consideraría un rara avis… casi igual que ahora. Porque os invito a enumerar un solo rival que sea capaz de plantarle cara al último producto de Ford Perfomance. Nadie en la categoría de los todocaminos urbanos se ha atrevido a lanzar un modelo de altas prestaciones pero como dicen, esta es la excepción que confirma la regla.
Y ojo, porque el Puma ST consigue además borrar de golpe y plumazo los clichés de que los SUV son toscos, torpes e inestables. No llega a la contundencia del Audi RS Q8, lógicamente, pero no necesita de tantos artefactos mecánicos para lograr una dinámica encomiable. La duda surge en si merece la pena apostar por este Puma ST o ahorrarnos cerca de 4.000 euros y elegir al Fiesta ST, un mini cohete que te dejará siempre con una sonrisa en la cara.
Musculado e igual de práctico
La decisión se decidirá, como muchas otras veces, por los pequeños detalles. Por estética, está claro, elegimos a nuestro protagonista, más aún si te atreves a equiparlo con este llamativo color verde Mean que cuesta 702 euros. A ello se suman las llantas de 19 pulgadas específicas, los paragolpes y faldones laterales exclusivos, las pinzas de freno en rojo o el pequeño alerón sobre el portón. Todo ello aderezado con elementos en negro que contrastan más si cabe con el comentado todo de carrocería.
En el interior no podían faltar los asientos firmados por Recaro, un ‘must’ como dirían los ingleses en los Ford Performance. Por sujeción y estética ya consiguen que este Puma ST sea considerado un modelo a adquirir… siempre y cuando no te importe salir y entrar con algo más de incomodidad. El resto, lo esperado: pespuntes en rojo para enfatizar la deportividad, pedales en aluminio, molduras cromadas y la inscripción Ford Performance en los umbrales de las puertas. A ellas se suma el modo Circuito exclusivo de esta versión y visible en el cuadro digital que, como veremos, le convierte en un auténtico felino dominante.
Porque antes toca mencionar el otro aspecto que decantará la balanza frente al Fiesta ST: la practicidad. Porque este Puma ST no varía un ápice su confort de marcha. No vamos a ahondar porque ya lo probamos en profundidad en su momento pero sí vamos a recordar que el acceso a la zona trasera es mucho más amplio y que el maletero cubica la nada despreciable cifra de 456 litros, es decir, 145 más que el Fiesta. Todo ello sin olvidar tampoco que bajo el piso se mantiene el Mega Box realizado en material plástico y con desagüe incorporado para transportar objetos sucios o limpiar cualquier material deportivo.
ADN deportivo
Quizá estos detalles no justifiquen para muchos la diferencia económica frente a su hermano, pero para otros usuarios sí pueden acabar por definitivos. Porque a partir de aquí las diferencias se acotan todavía más. Empezando por el motor, el mismo que el Fiesta ST con un axioma claro: los bloques de tres cilindros sí pueden ser deportivos… y fiables. Porque el 1.5 Turbo que se esconde bajo ese abultado capó es capaz de generar nada menos que 200 CV y 320 Nm de par disponibles entre las 2.500 y las 3.500 rpm que cumple los cánones de un deportivo de pura cepa: ir asociado a una caja manual de seis relaciones.
No hablaríamos igual de él si no fuese por este detalle. Una transmisión bien resuelta, con un tacto ‘durito’ pero preciso cuyos desarrollos se han acortado para brindar las máximas prestaciones en rangos bajos consiguiendo un 0 a 100 km/h de 6,7 segundos, logrados gracias al paquete Performance que suma el Launch Control y el diferencial autoblocante Qualife de deslizamiento limitado.
Un elemento que minimiza el subviraje cuando aceleramos con contundencia en mitad de la curva. Porque eso es lo que pide el Puma ST, ir siempre a fondo. Somos honestos, en comparación con el Fiesta ST se le nota menos ágil (que no torpe) pues el mayor diámetro de sus ruedas, un centro de gravedad más alto o un peso mayor no son características que se antojen beneficiosas para un GTI.
Pero la realidad es bien distinta y circular por una carretera revirada se convierte en pura diversión. Como en el Fiesta ST la dirección es extremadamente precisa, tanto que a poco que pequemos de exceso podremos incluso pasarnos de trayectoria. Si te sientes con confianza, activa el modo Circuito y concéntrate al máximo porque el ESP se quedará en modo deportivo permitiéndote más de una derrapada.
Para conseguir un comportamiento único, los expertos de Ford Performance ha echado horas extra para poner el chasis a tono. Para ello, han añadido una barra estabilizadora en el eje trasero, siendo el único de la gama que la monta, al tiempo que la delantera ha aumentado su grosor en 24 mm. Los muelles traseros también son específicos, al igual que los amortiguadores. El resultado, un auténtico traza líneas que enamora. La guinda, unos frenos sobredimensionados o el montaje de los Michelin Pilot Sport 4S que si bien reducen el confort en carretera abierta consiguen unos datos de frenada más que notables.
En definitiva
Quien criticara el resurgimiento del Puma como un SUV porque perdía su ADN deportivo quizá ahora tenga que recular. El Puma ST no solo es un SUV GTI de los pies a la cabeza sino que se posiciona como la única alternativa real y, porque no decirlo, pasional en un segmento que se ha preocupado más de electrificarse que de añadir ese componente emotivo.
Cierto es su adquisición puede generar dudas si se compara con el producto casero, el Fiesta ST, más teniendo en cuenta la diferencia de precio que les separa pero no vamos a engañaros, quien busque diseño, habitabilidad y un equipamiento a la altura de las circunstancias, todo ello sin obviar el exquisito comportamiento que propone, pagará con gusto los 35.165 euros que Ford pide por él.