Pocos, por no decir ninguno, de los SUV actuales, puede enorgullecerse de llevar vigentes 40 años… salvo el Jeep Cherokee. Con su última actualización, el todocamino americano gana en casi todo. Nosotros lo hemos probado en profundidad.
No podemos negar la evidencia. Los SUV han conseguido crear tendencia. Una moda que ha superado cualquier tipo de expectativa comercial y que ha provocado, incluso, que otras categorías queden relegadas al olvido o, peor aún, a la desaparición. Pese al éxito tampoco se puede negar otra evidencia. La mayoría de los todocaminos que se venden actualmente carece de personalidad y parecen idénticos.
Y no hablamos solo de diseño, sino también de capacidades off road. Sí, porque los SUV actuales han abandonado por completo toda virtud para circular fuera pista, para centrarse únicamente en el confort y rodar sobre asfalto. Bueno, todos, menos uno: el Jeep Cherokee. Así es, el creador de la categoría SUV (quien niegue esta realidad lo hace porque no conoce la historia) mantiene ese ADN aventurero con el que se engendró la marca hace casi 80 años. Una filosofía bohemia que hoy en día se sigue manteniendo y que, además, en modelos como el Cherokee edulcora con un envoltorio atractivo, un interior de lujo y un equipamiento propio de segmentos superiores.
Atracción visual
Ninguno de los SUV actuales puede decir, primero, que su vigencia supere las cuatro décadas (el que más se le acerca lleva recorridos 25 años) y, segundo, que su evolución estética haya sido tal que entre su primera generación y la actual parezca que estamos hablando de dos modelos distintos.
En esta última entrega, la cuarta, los diseñadores italoamericanos han sabido evolucionar de tal manera sus trazos que el aspecto final cautiva infinitamente más que el modelo presentado en 2013. Llama la atención el impacto visual que, ahora sí, proporciona su calandra, con las típicas siete lamas verticales que le otorgan poderío y que se secundan por unos grupos ópticos más estilizados, elegantes y con tecnología Full LED. Del frontal destaca también el nuevo paragolpes, con más presencia y líneas más cuadradas que evocan ligeramente a las de su hermano mayor, el Grand Cherokee.
En la zaga se mantiene un prominente paragolpes aunque ahora se decora con nuevas molduras que le hacen ganar en robustez. Las luces ganan tamaño y resultan más llamativas al primer golpe de vista. La única zona que se mantiene prácticamente intacta es la lateral, con sus característicos pasos de rueda cuadrados que le confieren ese aspecto aventurero.
Y todo ello enfrascado en una carrocería de 4,65 metros de largo, 1,86 de ancho y 1,68 de alto que le permite entrar a rivalizar directamente con los modelos del segmento D-SUV, es decir, los Audi Q5, BMW X3, Mercedes-Benz GLC, Alfa Romeo Stelvio, Volvo XC60, DS7 Crossback…
Espacio para todo
Dimensiones que se mantienen en la media del segmento pero que, al acceder al habitáculo parecen incrementarse considerablemente. Sí, porque el Cherokee ofrece una gran virtud: el espacio. Dejando a un lado la inherente comodidad de los modelos Jeep en su puesto de conducción, el SUV americano ofrece una zona trasera amplia e igual de confortable en el que destaca el gran hueco para las piernas disponibles y la anchura para que viajen tres adultos sin demasiados problemas. Solo un hueco para la cabeza algo justo, puede obligar a que los pasajeros más altos cambien su sitio por una de las dos butacas delanteras.
Un espacio que se refleja, igualmente, en un maletero muy capaz. Con 448 litros iniciales, siempre se puede ampliar la capacidad del mismo hasta los 570 litros gracias al desplazamiento longitudinal de 18,5 cm que ofrecen sus butacas traseras. Una solución muy útil para distribuir la carga y que pocos de sus rivales ofertan en su gama. Si se precisa de mayor espacio, siempre se pueden abatir los respaldos traseros (en proporción 60/40) y disfrutar de un fondo completamente plano en el que meter objetos hasta de 1,50 metros.
La calidad por bandera
De vuelta al puesto de conducción, lo primero que nos encontramos es un ambiente de calidad propio, de nuevo, de los últimos Jeep lanzados. Materiales blandos y ajustes perfectamente realizados consiguen que este Cherokee pueda luchar de tú a tú con los principales gallos del segmento sin amedrentarse por nada.
Visualmente, cuesta acostumbrarse dado el amplio número de comandos, pero a poco que pasemos un rato ‘trasteando’ con todos ellos, la fluidez en el manejo será instantánea. De todo el conjunto llama la atención la gran pantalla central de 8,4 pulgadas desde la que se podrán manejar todas las funciones del vehículo y en la que únicamente encontramos una pega: una orientación demasiado centrada. Complementando a este monitor, aparece otro situado en el cuadro de instrumentos de 7 pulgadas a color, de fácil lectura y con un amplio número de informaciones.
Imagen de marca
Ahora bien, si por algo destaca este Cherokee es, sin duda, por su dinámica. Si bien por carretera se muestra como un SUV aplomado y cómo de llevar, donde realmente da el callo es por fuera del asfalto. Cualidad de la que pocos todocaminos pueden enorgullecerse y que sitúa al modelo americano un punto por encima de la media.
Parte de culpa en este sentido la tiene el avanzado sistema de tracción 4×4 que, en nuestro caso, correspondía con el Active Drive II. Además de repartir automáticamente el par entre ambos ejes en función de los requerimientos de la vía, llegando a distribuir de manera equitativa la fuerza para garantizar la estabilidad del vehículo y mejorar la respuesta tanto en condiciones de subviraje como de sobreviraje, nuestro Cherokee sumaba el siempre efectivo control de descenso de pendientes para bajar sin complicaciones zonas escarpadas.
Si a ello le sumamos el Selec-Terrain con tres modos específicamente diseñados para movernos tanto por tierra como por barro o nieve, una altura libre al suelo de 20,1 cm y unos ángulos de entrada, salida y ventral de 19, 25 y 19,5º respectivamente, entenderemos por qué la historia de Jeep ha estado siempre ligada a la aventura.
Da gusto poder abandonar el asfalto sin preocupaciones, sorteando zonas abruptas, con amplios desniveles y con subidas embarradas donde otros rivales se quedarían atascados contemplando con envidia nuestro avance. Un buen hacer off road que se extrapola, igualmente, al asfalto.
La mejor (y única) opción
Sin perder eficacia, como decíamos, el Cherokee se muestra como un coche confortable y bien resuelto. El tarado cómodo dela suspensión permite afrontar un viaje largo con facilidad. En tramos revirados, por su parte, cuenta con una dirección reactiva y rápida, al tiempo que la carrocería apenas emite balanceos, permitiendo que cierto gesto de alegría y regocijo aparezca en nuestro rostro.
Todo ello acompañado por el contrastado motor diésel 2.2 MultiJet II de 195 CV pertinentemente adaptado a la norma de emisiones el cual se postula como única opción de gama (más adelante llegará la versión de 150 CV). Un bloque, como decimos, de éxito que empuja con firmeza en cualquier régimen lo que permite mover con absoluta soltura un conjunto que se acerca peligrosamente a las dos toneladas de peso.
Cierto es que a velocidades altas se le deja notar más de la cuenta, característica que no llega a incomodarnos del todo gracias a esa garra de la que hace gala. Los 450 Nm de par que aparecen a 2.000 vueltas, así como esos 195 CV son gestionados de manera exquisita por la transmisión automática de nueve relaciones. Rápida y precisa, en autopista se consiguen aprovechar todas y cada una de las marchas que ofrece, logrando contener un consumo medio que, durante la prueba rondo los 8,5 l/100 km. Un dato que parece alto (el homologado se queda en 7,9 litros) pero que en realidad está perfectamente equilibrado teniendo en cuenta, como comentábamos, sus dimensiones y peso.
Más asequible
Por último y, quizá, lo más importante, toca hablar del precio. Punto en el que el Cherokee vuelve a posicionarse por delante de sus rivales al partir de un precio de 44.200 €, que aumentan hasta los 50.800 € cuando asociamos el acabado intermedio, Limited, y a la tracción total, ambos adheridos a nuestra unidad.
Una tarifa que, como con el consumo, aunque parezca elevada si se compara con el resto de rivales, se observa que, a igualdad de equipamiento y de motorización, se queda muy por debajo de lo que ofrecen otras marcas. Circunstancia que nos permite optar por el resto de opciones de pago que se nos ofertan, como los Pack Winter y Luxury, la pintura metalizada o el techo solar panorámico, todos ellos incluidos en nuestra unidad, incrementando su precio final hasta los 54.853 €.
Para los más individualistas, Jeep también pone a su servicio el extensísimo catálogo de personalización elaborado por Mopar con el que darle un toque único a un modelo que, ya de por sí, resulta inigualabe.